FOTOS PAREJA Y FAMILIA

LA INFRAVALORACIÓN DE LA FOTOGRAFÍA PROFESIONAL. ¿MITO O REALIDAD?

¡Hola, holaaaa, pitufines!

No es la primera vez que un cliente, supongo que con cierto desconocimiento de mi trabajo, me pide todas las fotografías realizadas durante la sesión de fotos y sin editar, ya que quiere tener todas y cada una de ellas como recuerdo y, «cómo no», sin la edición/retoque oportuno que le hago a las fotografías bajo mi criterio profesional.
Definitivamente, es algo que no haré jamás y que además produce en mí cierto sentimiento hierático, pero, ¿por qué?

A continuación voy a explicar detalladamente cada una de las razones para que quede todo claro
y no haya dudas al respecto.
Por otra parte, añadir que es comprensible que el cliente no se ponga en la piel del fotógrafo (si no está familiarizado con el mundo de la fotografía) y por lo tanto, prefiera tener todas las fotografías sin editar.

Para comenzar mi argumentación y basándome en una simple fundamentación teórica, me gustaría dejar clara la diferencia que existe entre revelar, retocar y manipular.

Por un lado, revelar no consiste en añadir o eliminar nada de la fotografía en cuestión, sino en modificar una serie de ajustes, como pueden ser: la temperatura de color, las luces, los sombras,… hasta conseguir el molde que de paso al trabajo definitivo.

Por otra parte, me gustaría señalar que retocar abarca un paso más en el escalafón de la edición fotográfica, más definido y elaborado. En resumidas cuentas, el retoque crea la personalidad de la fotografía una vez ha sido cincelada a la imagen y semejanza del artista, en este caso, mía. Merece una mención especial resaltar que, durante el retoque, los fotógrafos tenemos libertad de cátedra en el sentido de poder modificar determinados elementos de la imagen, eso sí, siempre y cuando esto sea posible. Me explico, no puedo cambiar la sonrisa de la Mona Lisa por la boca de Leonardo. Lo que pretendo transmitir con este ejemplo es que un fotógrafo busca mejorar la fotografía adornándola con una dosis de expresividad y belleza externas, pero sin modificar la verdadera esencia de la obra. Por este motivo, a parte de muchos otros, somos llamados artistas, dicho desde la humildad.

Por lo tanto, como veis; entregar fotos sin editar es dejar el trabajo a medio hacer. Supongo que no os gustará que el pintor deje paredes sin pintar, ni por supuesto que el mecánico os deje la dirección sin alinear. Son cosas de sentido común, o eso pienso yo. Pues en la edición y retoque de las fotografías sucede exactamente lo mismo. Las fotografías originales deben pasar por una especie de camerino, donde serán maquilladas al estilo y preferencia del artista en cuestión.

No pretendo “aburriros” con tecnicismos ni hacer apología de lo que hago, simplemente, exponer el por qué de mi trabajo. Añadir que todo artista deja volar su imaginación, ingenio y creatividad, para que, al unísono creen lo que será el resultado final de una composición fotográfica, hecha con pasión, paciencia, personalidad y, si me lo permitís, cierta dosis de magia. Habéis leído bien, magia, ya que el hecho de observar y captar la esencia de un momento, de ese recuerdo, de un milisegundo en el que apretamos el botón de nuestra cámara y esta transmite un impulso nervioso a la neurona de nuestro trabajo; el objetivo, es algo inefable, algo mágico, y un don que tan solo nosotros podemos realizar de una forma única y mágica. 

En relación al último de los conceptos que he señalado al inicio de este artículo, la manipulación, me gustaría aclarar el hecho de que consiste en alterar una o varias partes del esqueleto de la imagen, como pueden ser, los colores, añadir o quitar elementos,…
Y claro, estaréis pensando, eso es falsear el resultado, pero lo cierto es que este tipo de trabajos son, al menos para mi, uno de los más arduos y en los que más detenimiento, paciencia y esmero hay que tener, ya que se tiene que ajustar la escala de la imagen, la profundidad, el color,… Tiene mucho curro, creedme; muchísimo.


¿PUEDE HACER CUALQUIERA NUESTRO TRABAJO?

Una vez concluida esta primera toma de contacto en base a conceptos teóricos, vamos a tocar otro de los grandes tópicos en el mundo de la fotografía; la galería de fotos, donde tenemos las entregadas vs las disparadas. Para ello, me voy a apoyar en este ejemplo:

Cliente: Pero si te he pedido 40 fotos, ¿por qué has sacado 400?
Fotógrafo: De las 400 fotos que he sacado a lo largo de la sesión he de ser meticuloso, estricto y tengo que elegir tan solo aquellas imágenes que me aseguren un resultado óptimo y brillante para el cliente. En unas, puedes pestañear, salir mirando a la nada, mostrarte demasiado inexpresivo,… y es algo lógico y comprensible.

Por supuesto que también puede suceder que yo misma tenga un mal día, enfoque mal, calcule erróneamente la exposición, corte a una persona por los pies,… cometer errores es de humanos. Un pintor puede pasarse con el pincel, un pianista puede fallar en una nota y que su armonía haga fruncir el ceño a más de un espectador, al igual que un futbolista puede fallar un penalti (aunque algunos fallan demasiados).
Dejando de lado la jerga futbolística, mencionar también el factor posado, ya que por norma general mis clientes no son Angelina Jolie o Hugh Jackman, y tenemos que esperar a que ganen confianza, se relajen y dejen fluir su naturalidad lo suficiente. Para entendernos, las 20 primeras fotos son una especie de calentamiento, donde el cliente se va soltando.

No podemos olvidarnos de que ser fotógrafo no es tener una cámara de 4000 euros. Mucha gente me suelta la típica frase de eso con tu cámara también lo hago yo, pero realmente va más allá de eso.
Me gusta pensar que si alguien me contrata no sea por mi cámara, sino por mi forma de trabajar.
Lo primero de todo es saber coger la cámara (acción que gran parte de estos “fotógrafos autodidactas” desconocen). Luego está saber elegir el cuerpo de la cámara, el objetivo en relación a tu tipo de fotografía, tarjetas de memoria, baterías específicas… además de un sinfín de accesorios para poner a punto nuestra herramienta de trabajo.

No podemos concluir este documento sin hacer alusión a la formación necesaria para realizar este tipo de trabajos. Con esto no estoy diciendo que no pueda existir un Picasso o un Einstein de la fotografía, pero el talento, dominio y la magia en este trabajo se consiguen precisamente con experiencia, en gran parte, formativa

En definitiva, somos fotógrafos porque tenemos conocimientos en Photoshop, Lightroom (programas de edición y retoque), por nuestra creatividad e imaginación, por nuestra experiencia académica y personal con una cámara en la mano, por saber distinguir entre buenas y malas fotos, y por último pero no menos importante, por saber captar el momento adecuado en el lugar establecido.

No dudo de que cualquier persona pueda hacer fotos bonitas con una cámara, incluso con su teléfono móvil… pero este trabajo no puede equipararse al que un artista de la fotografía realiza… por algo existe una formación académica; hay que tener una base teórico-práctica y llevar a cabo un estudio previo de cómo, para qué, cuándo, y dónde tirar la foto.

Espero que os haya resultado interesante a la par que ameno este primero de muchos artículos. Me pondré manos a la obra en la redacción de otros muchos con el objetivo último de desmentir y aclarar algunos mitos de la fotografía y transmitir los conocimientos que he ido adquiriendo a lo largo de mi carrera profesional como fotógrafa.

 

¡Muchas gracias por vuestra atención!

¡Pronto volveré con más novedades!

Atentamente,
AmyBlu 

Soy Amanda

Una fotógrafa madrileña, aunque con sangre leonesa y gallega. Desde pequeña he estado rodeada de cámaras, tanto de foto, como de vídeo, ya que mis padres adoran retratar todo y guardarlo para un futuro. así que, ¡cómo no iba a salir fotógrafa!

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